Esta es la historia de Jaimito.
Un niño inteligente, audaz y muy valiente,
que un día se fue al monte y cayó entre la maleza,
con tan mala suerte el pobre, que perdió la cabeza.
-No es posible, dijo el padre. Que dolor tan espantoso;
vamos a buscar la ayuda de un mago bien famoso.
Y sin pensarlo dos veces se pusieron a buscar;
y encontraron a Don Mago sin tener mucho que andar.
Don Mago, tomó al niño en sus brazos buscando la solución y les dijo:
no se preocupen, tiene bueno el corazón.
Y empezó pacientemente a realizar su proeza,
inflando un pequeño globo para reemplazarle la cabeza.
Sonriente le dijo a la madre, atando al cuello el implante:
no se preocupe señora, que este niño tiene aguante.
Ohhh no…el niño no tiene ojos, dijo el padre.
Y tampoco tiene boca, exclamó la madre.
Y le faltan las orejas, reclamó el hermanito.
Y hay que ponerle la nariz, ladró el perro.
Le pondré los ojos, dijo el mago. Luego la boca.
Ya tiene nariz y también las orejas. ¿Cómo quedó?
¡Muy feo!. exclamaron todos.
¡No puede ser!…
El mago tomó su varita mágica con energía y certeza.
Y diciendo las palabras mágicas, le devolvió la cabeza.
(Cuento para niños. Autoría de Rubén Darío Restrepo – Don Mago.)
La magia infantil está considerada como una de las ramas más difíciles de la prestidigitación, ya que un mago que se enfrenta a esta disciplina, además de ser excelente mago, debe tener el talento de entender a los pequeños en sus diferentes edades.
La cualidad más importante de todo mago dedicado al público infantil debe ser que le gusten los niños. Así no solamente disfrutará actuando para los chicos, si no que también ellos estarán encantados del artista.